Suzhou

By April 14, 2014China, Travel

Hoy vamos a Suzhou y tenemos un día movidito. Nos levantamos muy tempranito para hacer las maletas y dejar la habitación lista ya que tenemos que hacer el checkout antes de salir de excursión. Suzhou está bastante lejos y fuera de Shanghai así que (a petición nuestra) metemos todas las maletas en la furgoneta de manera que no tenemos que volver al hotel a por ellas y ahorramos un poquito de tiempo.

Díana nos había dicho que había muchas cosas que hacer y nos sugirió que empezáramos a las 9am como muy tarde, nosotros decidimos que mejor a las 8.30. Cansados pero entusiasmados, estábamos listos a nuestra hora habiendo desayunado fuerte y cargados de mini bocalliditos para aguantar durante el día.

El comienzo del día fue bastante desastre, augurando lo que nos esperaba. Diana llegó un poco tarde y el coche no aparecía por ningún lado. Por lo visto había habido un accidente, o eso nos contaron, y el conductor no iba a ser capaz de llegar. Al final mandaron a otro y salimos pitando, eran las 9.15. Antes de irnos de Shanghai, viendo el día tan soleado que hacía, quisimos hacernos las últimas fotos en el Bund con el skyline de Pudong. Llegamos rapidito y nos hicimos un montón de fotos, hicimos y nos hicieron. Al final, entre una cosa y otra salimos de Shanghai a las 9.45 (ya llevábamos más de una hora de retraso).

Llegamos a Suzhou alrededor de las 11.30. En realidad no entramos en la ciudad, que es otra mega-ciudad con unos 10 millones de habitantes. Nuestra primera visita fue la Colina del Tigre. Es un lugar donde se cree que está enterrado el rey He Lu, fundador de Suzhou. Cuenta la leyenda, que poco después de ser enterrado el rey en aquella colina, se apareció un tigre blanco y los aldeanos pensaron que había ido para proteger la tumba. En el siglo X se construyó una pagoda que tiene la particularidad de que está inclinada. Le llaman… la torre inclinada de China! La zona es muy bonita y tiene muchos rincones por donde perderse, hay varios sitios interesantes de ver, como por ejemplo una roca que está dividida en dos partes y que se cree que la cortó una espada muy afilada. También está el manantial de la honestidad y …. que es una fuente que se le apareció a un monje que era el encargado de traer el agua desde muy lejos durante la construcción de la pagoda. Estuvimos dando vueltas durante un buen rato, demasiado de hecho, porque ninguno estábamos controlando el tiempo y no nos dimos cuenta de que se nos estaba echando encima. Nos paramos en una tienda de souvenirs donde las chicas se volvieron locas y compraron muchísimos peines para regalárselo a la gente. Yo le compré a Agata una piruleta de caramelo con la forma del gallo (su horóscopo chino) aunque no le gustó y acabé comiéndomelo yo. Ya casi llegando a la salida, el papu se puso a hacerse un sello de caucho con su nombre y después Marta le hizo uno a Marco. Al final entre una cosa y otra nos entretuvimos un montón y perdimos mucho tiempo, para colmo, estábamos en la salida Sur y nuestro coche estaba en la Norte y Diana no era capaz de contactar con el driver así que al final nos cogimos un cochecito que nos llevó a la puerta Norte.

Al llegar, nos encontramos con el conductor echándose la siesta. Eran ya las 14.00 y nuestro vuelo salía a las 7.45 así que nos quedaba ya muy muy poquito tiempo para todas las cosas que queríamos ver. Nos montamos en la furgoneta y salimos hacia Tongli, un sitio también a las afueras de Suzhou que es muy pintoresco y son muchas casitas y jardines conectados todos con canales y puentecitos. Le llaman…. la Venecia de China!

El conductor se perdió un poco y llegamos a las 15.00, además nos dejó por otra entrada que Diana no conocía así que nos quedamos un poco confundidos. Cuando bajamos del coche, Diana le preguntó al conductor que a qué hora teníamos que salir para estar a las 6 en el aeropuerto de Pudong de vuelta en Shanghai. El conductor, con cara estupefacta le contesta que para estar a las 6 teníamos que salir ya! Empezamos a agobiarnos y nos dimos cuenta del gran error que habíamos cometido confiando en que Diana nos tendría el día organizado. Resulta que para hacer todo lo que queríamos hacer tendríamos que haber salido mucho antes de Shanghai y además tendríamos que habernos dado muchísima más prisa. Al final, hablando el conductor con Heinz (porque Diana no era capaz de entenderse en chino), quedamos en que podíamos salir de allí como a las 16.15 o así, lo cual nos dejaba con una hora corta para hacer la visita. Agata y yo entramos en un centro de información y le preguntamos a la chica qué era lo mejor que podíamos ver con el tiempo que teníamos y tuvimos que descartar algunos sitios que parecían chulísimos.

La entrada que teníamos valía para entrar en 9 sitios diferentes: jardines, casas, etc. De los 9 entramos solo en 2: Tuisi Garden, un típico jardín chino muy bonito y la Pearl Pagoda, también un jardín por el estilo. Fuimos corriendo corriendo viendo todo lo que pudimos. A mi madre le iba a dar algo porque se estaba poniendo muy nerviosa con que íbamos a llegar tarde y a mi padre también le iba a dar algo porque le teníamos corre que te corre. Tanto fue así que cuando íbamos de vuelta a la furgoneta, Diana le consiguió un tuk-tuk y se montaron los dos aunque en algún momento ella se tuvo que bajar para empujarlo!! Durante esta visita relámpago, nos comimos los mini bocadillitos que nos habíamos preparado en el desayuno (con tortilla y bacon) y nos sentaron genial ya que no ese día no tuvimos tiempo para pararnos a comer.

Salimos de Tongli a las 16.30 y se suponía que se tardaba como una hora y media al aeropuerto, así que en principio no teníamos problema puesto que eso nos dejaba 1 hora y 45 minutos para un vuelo doméstico. La complicación fue que no habíamos contado que era hora punta y en China los atascos son de record. En cierto momento, cuando el conductor se metió por una carretera, vio un cartel que indicaba con unas luces como estaba el tráfico y soltó un: NOO!! NOO!! NOOOO!!!!! Oh My God!! Nos daba algo. Yo estuve tratando de mantener la calma, sobre todo para que a mi madre no le diera algo, la cual se portó muy bien todo el trayecto. Controlando con el móvil iba viendo que íbamos a llegar a tiempo. Al final, a base de meterse en el arcén (o carril de emergencia), llegamos al aeropuerto a las 6.20 y como no había cola, estábamos facturados a las 6.30. Nos despedimos de Diana y nos fuimos hacia la puerta. Allí cerca había un restaurante y una tienda y compramos unos dumplings y otras porquerías para el avión porque no sabíamos si iba a ser tipo ryanair flight. Al final, nos dieron unos snacks, pero nos alegramos de haber comprado comida.

El vuelo fue rápido y cómodo, estuve aprendiendo un poquito de chino con la guía de conversación y lo estuvimos poniendo en práctica con los chinos sentados al lado nuestraa. Llegamos a als 10.15 a Guilin. Antes de salir, conseguí hablar con Heinz, al que le conté el fiasco que había sido el día por culpa de la inexperiencia de la guía que nos había puesto. Se disculpó y nos prometió que en Guilin teníamos una guía profesional y que nos estaría esperando en el aeropuerto, así que teníamos mucha curiosidad de si sería verdad.

Recogimos las maletas sin ningún problema y salimos al hall de llegadas donde nos estaba esperando Li con un cartelito que ponía “Manolo Miras”. Li fue nuestra guía en Guilin y desde luego nos causó una gran impresión desde el primer momento. Llegamos bastante tarde así que fue genial que Li fuera súper efectiva. Levanto la mano para que no nos perdiéramos y nos llevó hasta el coche. De camino al hotel, Li nos contó la siguiente leyenda china:

“Un padre (uy, no me acuerdo muy bien! Cuando tenga las notas de mi madre la escribiré mejor)”

La moraleja de la leyenda era que no hay nada totalmente bueno ni totalmente malo en esta vida. Y todo venía a que nuestro hotel, el “Shangri La” era el mejor hotel de Guilin pero tenía la desventaja de que estaba un poco más apartado del centro.

Llegamos al hotel a las 11 de la noche, Li nos ayudó a hacer el check in y me ayudó con mis cutre-traducciones al chino que había aprendido horas antes en el avión.

El hotel era una maravilla. Vaya peaso de lujo! Nos fuimos a dar una mini vuelta a “explorar” un poco pero yo me volví enseguida porque al día siguiente teníamos otro día intenso por delante.